Toda una vida (como dice esa canción)

Cuando me sentí temblar, supe que sería tuya para siempre.

A unos pocos centímetros de tu boca, mis ojos se cerraron instintivamente. Parecía que llevaba toda la vida esperándote. Estaba quieta, frente a ti, entregada y dispuesta a dártelo todo. Tuve que contenerme porque no quería que ese momento se acabara nunca.

Tengo grabada nuestra imagen en la mente; el pelo cubriéndome las mejillas, los brazos estirados a lo largo de mi cuerpo, la boca entreabierta y la respiración agitada. El miedo no me permitía tocarte.

Temblaba, sí cariño, temblaba. Quizá porque sabía que, a partir de ahí, mi vida no sólo dependía de mí. O porque estaba dispuesta a darte más de lo que el cerebro me ordenaba; no podía pensar en otra cosa que no fuera el corazón. Y era consciente, y eso mismo me hacía temblar y sentirme más viva que nunca. Porque tu respiración me sabía a deseo y tu olor era eso que necesitaba para completar mi propia vida.

(Fuente: Manuel Montalvo)

Buenísimos días querid@s y no tan querid@s,

Es sábado,

Tú eres mi patria y mi bandera. El lugar al que siempre añoro volver... (eso decía el poeta).

Hoy no hay café.