Soy el hervor de la chocolatera

http://youtu.be/vx2u5uUu3DE (It's my life)



- Búscate uno así, como tú.
- ¿Y cómo soy yo?
- Especial, supongo.
- Es duro si eres como yo.
- ¿Y cómo eres tú?
- De las que se lo piensan dos veces antes de disfrutar entregadamente del sexo con un desconocido en el baño de un bar de copas.


Tan diferentes... Si intuye que algo de lo que está sintiendo no tiene pinta de terminar con él de vencedor, lo anula y lo mata de hambre hasta que muere. Yo alimento mis sentimientos hasta que están tan gordos que ya no veo nada.

Soy una kamikaze emocional y él ha sido el coche que he conducido a doscientos kilómetros por hora. Era brutal e intenso.

Me encanta el sexo pero aún así prefiero compartir un momento de intimidad a un asalto sexual.

Yo tan de tenemos que hablar; tú tan de no hay nada que decir.

Soy la que sabe que lo único que he buscado en la vida es amor. Creo que me lo merezco. Repito, es lo único que he buscado en mi vida con ahínco. Con mis amigas, en mi familia, con los hombres. Quiero que me quieran. Y quiero querer hasta volverme loca. Ahora dudo de que estas cosas existan, pero si no existen, deberían (modo escéptica on).

Soy y me siento pequeña y suya. Por primera vez. Una sensación que me sorprendió y sobrepasó, como todas aquellas veces en las que algo que debería ser precioso te hace sentir triste.

La que se ha creído una chica lista.

La que sigue mirando el móvil como si al mirarlo más veces fuera a recibir el mensaje que ya no espero.

La ingenua todavía.

La contradictoria.

Un poco marciana.

Ecléctica.

Y no sé que me duele, pero me duele y mucho. Llega a ser un dolor físico, palpable, que me deja sin respiración. Tengo ganas de llorar. Respiro hondo. Ahora todo es inercia.

Tan dura e independiente por la vida... ja ja ja. Algunos hasta se han creído que no necesito un abrazo... ja ja ja.

No soy imprescindible, pero tengo claro que soy irremplazable.

Soy muchas cosas. Solo hay que preocuparse por descubrirlas. A partir de ahora tendré los ojos bien abiertos.


P.D.: ¿me perdonáis tanta absurdez, verdad?