miércoles, 17 de julio de 2013

¿Silencio o palabras?


Yo me construyo como sujeto con una historia que puedo contar a través de mis palabras pero también de mis silencios.



Y es que a pesar de que las palabras son el instrumento por el que nos comunicamos los seres humanos, no son garantía alguna de comunicación en muchas ocasiones.


Creo que abusar de la palabra cuando estamos con otros significa, por lo general, un intento de dominar la situación y anular en cierta medida al receptor de nuestras opiniones. Creo, aunque parezca lo contrario, que estos ataques de verborrea suelen esconder inhibiciones y algún trastorno de la personalidad. Creo que hablar por los codos no es una virtud social, ni tampoco un defecto. Creo que es un síntoma de narcisismo, de una necesidad extrema de atención, de fobia al silencio...


Muchas veces me he preguntado que es lo que lleva a una persona al parloteo excesivo, y siempre he visto que los motivos son inconscientes: la búsqueda de que su interlocutor les contenga; que lo cuentan todo para no tener secretos, es decir, para no poseer algo propio que les diferencie de los demás; que hablan mucho para ocultar que en realidad no tienen nada que decir; que quieren llamar la atención, que se les mire, que se les escuche; que quieren convencerse a sí mismos y a los demás de que saben de todo; que intentan tapar con las palabras ideas a las que tienen miedo; que quieren dirigir la atención a otro tema; que es un síntoma de su angustia hacia el silencio; que están todo el rato con una especie de especulación mental, una tendencia a tener que dar respuestas a todo; que temen ser invisibles porque su autoestima es baja; y que esa incontinencia verbal suelen también utilizarla como un ataque al otro. Muchas y diversas causas.


Creo que tenemos que aprender a escuchar más y valorar el silencio para que las palabras no sean vacías, sin contenido afectivo. Así no serán mentira ni un simulacro de comunicación.





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