viernes, 13 de octubre de 2023

Una palabra indecorosa



Todos tenemos un ex, o dos, o varios. Personas que han formado parte de nuestras vidas y que en más o en menos tiempo y que con más o con menos sentimientos, marcaron un antes y un después en nuestra historia.

Ex, una palabra indecorosa, antiestética, que casi siempre viene acompañada de dolor de estómago, de recuerdos repletos de nostalgia, confusión, rencor y a veces de odio. ¿Por qué? ¿Por qué en la mayoría de los casos, después de haber roto una relación sentimental ya no volvemos a tener contacto, ni una relación cordial o de amistad, con una persona con la que hemos compartido tanto? ¿No es triste? Es tristísimo.

Personas con la que hemos compartido nuestro cuerpo, nuestros besos, nuestra piel, nuestros secretos más íntimos. Personas a las que juramos amor eterno, personas con las que recorrimos el mundo de la mano, personas que hicieron de sus chistes nuestra sutileza, personas con las que nos pasábamos horas y horas hablando hasta que los gritos se hicieron protagonistas de una película que empezó siendo de amor, y terminó siendo un thriller. Personas con las que diseñamos planes y construímos puentes que creíamos indestructibles. Preciosas historias que se esfumaron en un recuerdo amargo. Los mejores años de nuestra vida y cientos de te quieros que volaron al viento sin dueño. Sin rumbo. Sin prisa.

Y hoy si te veo no me saludas. Y no te saludo.

Y hoy no te quiero. Hoy te odio.

Y hoy ya no me pareces guapo. ¿Cómo puede fijarme en ti?

Y hoy olvidé todo eso que me enamoró de ti. Aunque bueno, realmente creo que nunca lo estuve.

Y hoy no eres nadie para mí. Ni un amigo. Y hoy cuando me hablan de ti me sumo a la indiferencia o si aún no lo he superado, te critico hasta quedarme sin más argumento que insultos vacíos de lógica.

Y hoy ya no guardo tus fotos. O sí. Eso nunca lo sabrás.

Y hoy ni siquiera me permito el lujo de pensar en ti.

¿No es mohíno? Lo es y mucho.

Para ser un buen ex, debiste ser primero una buena pareja. Y quiero pensar que muchos de nosotros no lo fuimos, porque sino ¿qué sentido tiene odiar a nuestros ex? ¿Qué sentido tiene no darles un espacio en nuestra vida? ¿Pudimos amar tanto a alguien que hoy ni siquiera nos importa? Quizás los prejuicios, esta estúpida sociedad que nos ha enseñado a amar de una forma tan tóxica, hace que no esté bien visto tener relación con personas que formaron parte de nuestro pasado. Cuando deberían ser ellos nuestros mejores amigos. Esas personas con las que compartimos más que con cualquier otra persona en el mundo. Esa persona a la que regalamos nuestra desnudez, el olor a recién levantado y el último beso de cada luna. Esa persona con la que dibujábamos vacaciones, partituras hechas canción sin melodía y personas que creímos nuestra alma gemela. Posiblemente lo fuera. Aunque no durara para siempre.

¿Por qué nos odiamos?

¿Por qué tienes que odiarme?

¿Por qué aunque hoy ya no seamos pareja ni nos una ese vínculo sentimental, no podemos mantener una relación sana, desearnos lo mejor y darnos un abrazo sincero cada vez que nos veamos? Por suerte aún hay ex parejas que lo hacen. Hay ex parejas que supieron afrontar con madurez su ruptura y hoy, son amigos. O son conocidos que se saludan cordialmente y se desean lo mejor. No celan de sus actuales parejas, porque eso, está más que superado.

Supongo que el problema está cuando no se supera. Porque acaso, ¿el odio no es una forma de amor? ¿Acaso llamar la atención del otro aún siendo de malas formas, no es una manera de decir "hey aún te quiero"? Si, lo es. Y quizás por eso la gran mayoría de nosotros no es capaz de ver a un ex como lo que fue. Una persona importante en nuestras vidas que por encima de todo, merece el mayor de nuestros respetos. O no. Porque como dije antes "para ser un buen ex, tuviste que ser una buena pareja". Y entiendo esos casos donde el mal querer hizo mella, donde nunca existió una amistad ni un amor sincero. Entonces en esos casos, se entiende que un ex quede desterrado para siempre.

Me gusta pensar que aunque tengamos el mismo nombre y apellidos durante toda nuestra vida, que aunque el número de DNI y seguridad social no cambie, realmente podemos llegar a ser varias personas distintas en una misma vida. En mi caso, yo a los quince no era igual que a los veinte. Ni a los veinticinco era igual a la mujer que soy hoy en día. Estoy hecha de experiencias, de caídas, de estúpidos errores que cometí en el pasado, de melodías rotas y melodías eternas que siempre bailaran al son del sol de febrero. Estoy hecha de ti, de ti y de ti también. Hecha de besos inexpertos y hecha de besos maduros. Estoy hecha de lágrimas, de corazones rotos y de promesas que nunca se escribieron. Estoy hecha de amor, de decepción y de todas esas personas que pasaron por mi vida. Estoy hecha de ex te quieros, y de esos ex que me enseñaron (unos mejor que otros) a ser quién soy hoy en día. ¡Gracias!

Porque por muy mal que nos fuera, por muy mal que ese ex me lo hiciera pasar, debo sentirme agradecida.

Agradecida por lo que me dieron, por lo que me quitaron.

Agradecida por todo lo que crecí y aprendí a su lado.

Agradecida por la forma en la que me amaron, aunque me amasen mal o simplemente no lo hicieran.

Agradecida por esos días de sus vidas que eligieron pasar conmigo y aunque hoy sea una ex odiosa para ellos, en el fondo de mi corazón, si alguna vez hubo amor de verdad, hubo amor al fin y al cabo, ese recuerdo perdurará en mi el resto de mi vida.












Buenísimas tardes querid@s y no tan querid@s,

Es viernes, 

Claro que duelen... es lo que tienen las consecuencias... que a veces convierten el camino en un infierno a medida. 

Café después de una siesta siempre es bien. 









No hay comentarios:

Publicar un comentario