viernes, 22 de septiembre de 2023

El final de un (mal) verano

 


Llevo unos días reflexionando sobre la verdad y la mentira. Sobre cómo una historia vivida por dos personas cambia de versión según quién te la esté contando y no necesariamente porque una de las dos mienta. A veces es porque cada uno lo vive de una manera, y se cree su propia historia. 

No creo en las verdades ni en las mentiras absolutas. Por eso cuando alguien me cuenta por ejemplo su ruptura, intento ponerme en su situación pero también en la de la otra persona.  Todos cometemos errores, y nadie es perfecto. Y cuando soy yo la que cuento algo, intento hacerlo de la manera más neutral posible sin omitir la parte que me deje a mí mal. Porque no busco aliados, busco una opinión real. Obviamente si le cuentas a una amiga todo lo malo que te ha hecho Menganito, su opinión va a estar sesgada y condicionada. Cuando puede que tú también hayas hecho las cosas mal. Y eso hace que lo que le estés contando sea una verdad (o mentira) a medias. 

No sé muy bien donde están los límites que marcan las verdades. Tampoco los que convierten una historia en mentira. Solo sé que contar la realidad de las cosas es estar lo más cerca posible de la línea que los determina. 






Turnedo - Iván Ferreiro



Buenísimos días querid@s y no tan querid@s, 

Es viernes, 

Podrías quejarte toda la eternidad por lo que te tocó vivir, y sucumbir ante el funesto arraigo de la autocompasión; o simplemente sales, lo vives, buscas ayuda (si la necesitas) e intentas mejorarlo. 

Café y a seguir intentándolo.












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