domingo, 4 de diciembre de 2022

Guarrindongadas

 

Vengo a darle la vuelta a la tortilla y hablar de todas esas cosas que nos hacen tremendamente felices y que tendemos a ocultar. Podemos llamarlo placer prohibido, placer culpable o "guarrindongadas".

A veces callamos por no evidenciar nuestros puntos débiles, otros por no demostrar nuestras rarezas. Los otros... porque son de todo menos políticamente correctos.

Unos cuantos ejemplos:

- Las guarrindongadas en la cocina. Y no, no me refiero a follar sobre la mesa de la cocina, mentes calenturientas (sí, yo también me he puesto a imaginarlo después de escribirlo, pero tengo que disimular y fingir que soy una señora de bien). Me refiero a hacer cosas como comerse la mahonesa a cucharadas, la patata en el huevo crudo antes de cuajar la tortilla, chupar el plato para no dejar nada de esa salsa tan rica hasta dejarlo reluciente o tomarse un café acompañado de patatas fritas...

- Quitarse el sujetador también forma parte de los pequeños placeres más grandes de esa vida. Creo que en los hombres el equivalente será quitarse los calzoncillos y dejar que el pene y sus pequeños acompañantes colgantes, vivan en libertad. Así que todos entendemos ese "Oh Dios!!!", que te pone la piel de gallina cuando lo único que has hecho es quitarte esa prenda sin ningún fin erótico. Primo hermano de este placer está el de quitarse el tanga. 

- Está muy bien que le digamos a todo el mundo que nos encanta la música alternativa, pero atrévete a decirme que nunca te pones música espantosa y la disfrutas como una enana y con una sonrisa. ¡No me jodas! Que me encanta escuchar a Love of Lesbian, pero que coño, luego me pongo a bailar Ave María en las bodas o en la cena de empresa como si no hubiera mañana. Y algunos dirán que con dos copas bailan hasta Paquito Chocolatero, porque claro, el alcohol desinhibe un huevo. ¡Ya estamos culpando al pobre alcohol! Que si me he tirado a Pepito por su culpa, que si bailé Sarandonga por su culpa...¡vamos a ver! ¡qué las botellas están ahí tan tranquilas! Somos nosotros quienes vamos a molestarlas. Lo acepto. Así que acepta que si bailas a Bisbal dando patadas voladoras en una boda será porque un poco sí que te gusta. 

- Criticar a alguien que nos cae mal, eso ya es la repanocha. Cercano al límite con el placer carnal. No voy a extenderme. Todos conocemos bien esto.

- Rascarte la entrepierna aunque no te pique con sus dos variaciones también es un auténtico placer. Una es rascarte la entrepierna porque sí, con tu pijama puesto, con efectos relajantes; y la otra, es rascarte la entrepierna porque sí con efectos eróticos contigo mismo. Vamos, que si haces esto (según me cuentan) o te duermes o acaba en paja. Así, hablando mal y pronto. 

- Los gustos raros con algún famoso. E imaginar que si Miguel Bosé, Nacho Vidal o Ricardo Arjona, me dicen ven, lo dejo todo, para lo que gusten de mí. 

- ¿Y qué me decís de quitar las espinillas o los puntos negros? Conozco a muy poca gente que no disfrute de esto. Digo quitárselas a los demás claro. ¡Cómo se disfruta apretando!, terminas diciendo ¡pero qué bien me lo he pasado! Qué le vamos a hacer... Otra guarrindongada...

- Y un enamoramiento bizarro también. Sí, ese que estás pensando ahora mismo, ese que solo has confesado a una persona de mucha confianza porque en realidad hasta a ti misma te espanta haberte enamorado de semejante muestra humana. Se sienta con la barriga encima de la mesa, se viste como un orco, no es simpático, parece sacado de una peli de los cincuenta y le gustan cosas que a ti sencillamente te horrorizan. Pero a ti te late el corazón a 200000 pulsaciones con solo que su pulgar te roce la muñeca. Es así. Y es que, debajo de este caparazón superficial bajo el que nos escondemos, existe una persona que se enamora de una sonrisa, de la manera en la que alguien cuenta una historia o de las cosas que te despierta, que hacen las paces con la persona que escondes en tu interior. Si estos enamoramientos caen o no caen por su propio peso, es una cuestión en la que no voy a entrar. 

Y como estas, tres mil. Seguro que vosotros ahora mismo estáis pensando en alguna barrabasada que os encanta y que no confesarías ni bajo amenaza de sodomización. Pero, ¿sabéis?, si lo confesamos es mucho más divertido. Nos regocijamos en nuestra humanidad. Porque somos humanos y no dioses, nos podemos permitir ser más raros que un perro verde. 


Buenísimas noches querid@s y no tan querid@s.

Es sábado,

Y aunque no sean horas para tomarse un café, aquí estoy yo con uno porque no tengo remedio...

Ya estoy lista: mirada cargada, sonrisa en rojo, balas en la recámara, pantalón ajustado, pelo suelto y tacón, ganas y actitud. Creo que lo llevo todo. 


Será - Andrés Suárez










No hay comentarios:

Publicar un comentario